La posmodernidad

¿Podríamos decir que vivimos en la Posmodernidad? Y en ese caso, cómo la definiríamos? Lo que está claro es que la Modernidad –aquel proyecto que comenzara con el Renacimiento, el Humanismo y el descubrimiento de América-, había llegado a un punto crítico después de la Segunda Guerra Mundial, y que era necesario repensar y reformular los tiempos en que tocaba vivir. Épocas de grandes cambios y de transformaciones definitivas exigieron nuevas miradas sobre el mundo. El arte, así como también la filosofía, la política y otras ramas del saber, encontraron nuevos caminos y nuevas propuestas que les permitieran expresar y comprender los nuevos tiempos. Y hubo consenso, y lo llamaron Posmodernidad.

En este curso nos vamos a ocupar de la literatura y del cine que se produjeron a partir de los años setenta, cuando irrumpe de lleno la llamada Posmodernidad, y que cumplen con aquellos atributos que la definen (no todo el arte producido desde aquel entonces puede etiquetarse como tal). Escritores como Umberto Eco, Italo Calvino, Antonio Tabucchi, Paul Auster, Michel Houellebecq, y argentinos como Ricardo Piglia o César Aira, poseen algunas de sus características principales; cineastas como Pedro Almodóvar, Quentin Tarantino, David Lynch, los hermanos Coen o Lucrecia Martel, las definen en sus películas: Citas, homenajes, plagios y relecturas de obras anteriores, ironía continua, hibridación de géneros, pastiches, pequeñas y mínimas historias, metaficciones y autoconciencia, juegos con el narrador, las estructuras y los tiempos narrativos, y algunas otras cuestiones que caracterizan la posmodernidad.

Los invito entonces a recorrer juntos este viaje que es el nuestro, el de nuestra época –nuestra caótica época-, y el de nuestro presente incluso, que nos toca de cerca, nos interpela, nos conmueve y nos irrita con sus vaivenes, con sus crisis y porque no, también con sus alegrías.

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